El Juego del Calamar: Cuando el Cierre Importa Más que el Espectáculo
Hace un tiempo me marqué un maratón intenso: vi de un tirón la tercera temporada de El juego del calamar. Y como profesional del audiovisual, no pude evitar notar algo que se repite en muchas producciones actuales: estirar el clímax hasta volverlo pesado.
La tendencia es clara: para mantener la tensión se alargan escenas, los combates parecen eternos y las decisiones se retrasan. Y cuando llega el momento de cerrar, todo se resuelve en minutos, con cortes rápidos, diálogos mínimos y desenlaces atropellados.
El verdadero cierre no está solo en la gran escena final. Se encuentra también en las tramas secundarias, en los personajes que sostienen la historia aunque no estén en el foco principal. Son esos detalles los que hacen que el final sea satisfactorio.
No se trata de falta de tiempo. Muchas veces bastaría con planificar mejor, quitar escenas innecesarias o simplemente cerrar con intención, no con prisas. El público aprecia un cierre emocional sólido más que un giro espectacular apresurado.
En mi caso, valoro más un buen cierre emocional que un último espectáculo visual. El juego del calamar sirve de ejemplo, pero hay muchas series que lo hacen mejor o peor. Al final, para gustos, colores.
Una historia verdaderamente completa no busca impresionar con su desenlace, sino dejar una huella duradera. El poder de la narrativa está en cerrar con sentido, en ofrecer al espectador la sensación de que cada hilo, cada gesto y cada silencio han encontrado su lugar.

Comentarios
Publicar un comentario