La Mezquita-Catedral de Córdoba y su Historia Viva que No Podemos Ignorar
Como Técnico Superior en Artes Plásticas y Diseño en Fotografía, he aprendido a mirar el mundo desde múltiples perspectivas. No solo capturamos imágenes, también aprendemos a valorar la composición, la historia y la esencia de lo que nos rodea.
Recuerdo cuando ardió Notre Dame: el mundo se paralizó. Líderes, medios y ciudadanos reaccionaron con asombro y solidaridad, y con razón: es un símbolo del gótico europeo. Sin embargo, cuando ocurrió un incidente en la Mezquita-Catedral de Córdoba, la repercusión fue mínima. Incluso hubo quienes reaccionaron con indiferencia o, tristemente, con cierta alegría ante un posible daño a nuestro patrimonio.
Notre Dame es impresionante, pero la Mezquita-Catedral de Córdoba tiene un valor histórico y artístico difícil de igualar. Una mezquita monumental con una catedral cristiana en su interior, y bajo sus cimientos, restos de la basílica visigoda de San Vicente. Abd al-Rahman I inició la obra en el año 785, y durante siglos se amplió hasta convertirse en un símbolo de Al-Ándalus.
En 1236, se transformó en catedral sin destruir la mezquita, creando un auténtico libro de piedra de nuestra historia. En el siglo XVI, se insertó un coro renacentista, y Carlos V reconoció el valor único de esta construcción: “Habéis destruido lo que era único en el mundo”.
Reivindicar nuestro patrimonio no es una cuestión de nacionalismo, sino de apreciar la riqueza y diversidad de nuestra historia. La Mezquita-Catedral de Córdoba es un testimonio vivo de siglos de culturas, estilos y religiones que conviven en un mismo espacio.
El verdadero orgullo no está en las banderas, sino en valorar y proteger lo que nos conecta con nuestro pasado. Reconocer la importancia de monumentos como este nos permite entender mejor quiénes somos y por qué debemos cuidar nuestro patrimonio.

Comentarios
Publicar un comentario