WALL·E: La Inteligencia Artificial y el Riesgo de Vivir en Piloto Automático
Cuando WALL-E llegó a los cines, muchos la vieron como una entrañable historia de amor entre dos robots. Pero bajo su ternura animada, escondía una distopía disfrazada de comedia. Los humanos de la nave Axiom no están oprimidos por un sistema totalitario, sino atrapados en su propia comodidad, anestesiados por una tecnología que lo hace todo por ellos.
En la Axiom, nadie camina. Todos flotan en sillones automáticos, beben batidos y viven frente a pantallas que suplen cualquier tipo de contacto real. Es el retrato de una sociedad que ha confundido el bienestar con la pasividad. La comodidad absoluta se convierte en jaula, y la dependencia de la máquina reemplaza la libertad. No hay maldad en ese futuro, solo apatía. Y ahí reside lo aterrador.
La Inteligencia Artificial de la película —representada por el Autopilot— refleja nuestra tendencia actual a delegar cada vez más en los algoritmos. Desde lo trivial hasta lo emocional, le pedimos a la IA que piense, cree, resuma, incluso que sienta por nosotros. Pero el peligro no es que la IA domine al ser humano, sino que nosotros dejemos de ejercer la voluntad de decidir, de equivocarnos, de esforzarnos.
El capitán de la Axiom encarna el despertar. Cuando intenta recuperar el control del timón, no solo lucha contra una máquina: recupera su humanidad. Los pasajeros también despiertan, se levantan, se tocan, miran el mundo con asombro. En esos gestos torpes pero auténticos hay más esperanza que en toda la tecnología de la nave.
Esa es la gran lección de WALL-E: no se trata de rechazar la tecnología, sino de usarla sin perder el pulso vital. La IA debe ser una catapulta para nuestra creatividad, no una silla flotante que nos arrulle en la apatía. La conexión real —con la tierra, con otros, con nosotros mismos— sigue siendo el antídoto contra la pereza digital.
Porque si algo nos enseña este pequeño robot recolector es que el alma humana no se programa. Se cultiva, se cuida y, sobre todo, se mantiene despierta.

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