El Verdadero Cambio Empieza Cuando Dejamos de Escondernos
Muchas veces sentimos que la vida se nos cae encima por todos lados, como si todo fuera un caos sin forma. Pero si rascamos un poco, descubrimos que la mayoría de nuestras inquietudes no son más que extensiones de uno o dos conflictos principales que preferimos no enfrentar. Es ahí donde empieza la transformación real: en reconocer la raíz, no las ramas.
El lado positivo es poderoso: todos podemos convertirnos en la persona que imaginamos, siempre y cuando estemos dispuestos a renunciar a la comodidad en la que nos instalamos casi sin darnos cuenta. Esa tibieza en la que nos refugiamos es agradable, sí, pero también es la que nos mantiene lejos de cualquier evolución profunda.
Salir de esa mediocridad confortable implica mirar de frente todo aquello que nos incomoda de nosotros mismos. Es un ejercicio brutal de honestidad, pero también el primer paso para descubrir quiénes somos más allá de las máscaras y los hábitos automáticos.
El problema es que solemos buscar atajos, trucos mágicos o fórmulas rápidas para mejorar sin pasar por ese proceso. Y así seguimos acumulando capas encima de lo que realmente necesita atención. La realidad es otra: tarde o temprano toca bajar al abismo propio y escuchar lo que llevamos tiempo silenciando.
Solo quienes se atreven a navegar la incertidumbre, a sostenerle la mirada a sus miedos, acaban encontrando un premio que no cabe en ninguna lista de productividad. El tesoro es simple y enorme: descubrir quiénes somos en esencia y qué propósito nos mueve.
Ese viaje, incómodo y profundo, es el que convierte la vida en algo propio. Porque el cambio auténtico no nace del truco fácil, sino del valor de conocerse sin filtros.

Que profundo y cuánta verdad
ResponderEliminar